“Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era. Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.” 2 Reyes 4:39-40.

Por lo que dice el contexto de este pasaje, Eliseo estaba con cien hijos de profetas y no tenían nada para comer, entonces le pidió a su criado que prepara un guiso. El joven, inexperto, salió a buscar vegetales al campo y encontró ciertas calabazas que parecían muy apetecibles, y sobre todo, muy parecidas a las que comían siempre… pero eran ¡venenosas! Sin notarlo, estas “casi calabazas” fueron a parar a los platos de los hambrientos comensales. Menos mal que apareció Eliseo y guiado por Dios solucionó el problema quitando milagrosamente el veneno (v. 41).

Esta historia tiene mucho significado para nosotros. Vivimos recibiendo información por diferentes medios permanentemente, y esta sobre exposición nos puede llevar a consumir información sin evaluar su calidad, veracidad y procedencia. Hay muchas cosas que pueden parecer buenas, sin embargo contienen veneno.

Cada uno de nosotros es responsable de distinguir entre lo que alimenta y lo que enferma. Debemos estar atentos porque Satanás no ahorrará recursos para debilitar nuestra fe.

Te pregunto: ¿Estás chequeando la procedencia de lo que recibes a nivel espiritual? ¿Estás seguro de que te alimentas con la verdad? Si lo que recibes procede de “otros evangelios” como dijo el apóstol Pablo (Gálatas 1:8-9), estarás expuesto a una intoxicación espiritual.

¿Cómo podemos estar seguros de que nos estamos alimentando sanamente? Teniendo la misma actitud de los hermanos de Berea, según leemos en Hechos 17:10-11: “Enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.  Y estos… recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.”

La única manera de combatir el error (veneno) es con la verdad, y para eso necesitamos leer y estudiar la Palabra de Dios cada día. Si conocemos la verdad, podremos diferenciar fácilmente lo que es saludable de lo que es tóxico.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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