“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”. Salmo 73:25-26.

Nuestros sentimientos pueden ser inestables. El fin de semana estamos llenos de gozo y un día después comenzamos a escuchar las noticias, intervenimos en alguna conversación poco amable, somos testigos de las injusticias que ocurren a nuestro alrededor y comenzamos a desestabilizarnos emocionalmente. Le pasó al levita Asaf y lo describe muy bien en este Salmo.

Sabemos de la maldad en el mundo por causa del pecado, conocemos como actúa el diablo, somos conscientes de la debilidad humana y la inclinación a hacer lo malo, pero cuando nos toca de cerca, nuestros sentimientos parecen dominar nuestra mente y ya no pensamos claramente. “Nuestra carne y corazón desfallecen”. Cuando algo así nos sucede, debemos actuar con urgencia. ¿Qué hacer entonces?

El salmista lo expresa claramente en el v.17: “Hasta que entrando en el santuario de Dios…” ¡Esa es la respuesta! El santuario ya no se trata de un lugar físico porque ahora somos el templo del Espíritu Santo, eso significa que podemos encontrarnos con el Señor en cualquier lugar y a cualquier hora. Por lo tanto, en los momentos en que nos sentimos desfallecer, debemos correr a la presencia del Señor.

Lo que Dios hace en nuestro interior es afirmar nuestro corazón recordándonos su Palabra. Trae a nuestra memoria sus promesas, no recuerda que Él sigue sentado en su trono y nada está fuera de su control. Él es “la roca de nuestro corazón”.

Es asombroso ver cuánto bien le hizo a Asaf la visita a la casa del Señor. Renovó su confianza y le dio entendimiento y perspectiva eterna. “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza” (v.28).

Cuando la maldad parece tomar control y nuestro ánimo decae, debemos recordar a Quién tenemos de nuestra parte: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?”. Si levantamos nuestra mirada sabremos que no hay nada más alto que el Altísimo, que todo lo ve, que todo sabe y que tiene todo poder para guardarnos seguros en el hueco de su mano.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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