“Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.” Isaías 43:4.

¿Qué vio el Señor en nosotros para amarnos? Sigue siendo la pregunta del millón.

¿Has visto la mirada de una madre ante su hijo recién nacido? Creo que se aproxima un poquito al amor que Dios siente por nosotros. Ella ama a ese bebé sin haberlo visto y sin importar lo que sucederá a partir del momento de su nacimiento. Está dispuesta a dar su vida por alguien que solo llora y pide comida. Sin embargo, sabe que es parte de ella, lo ha llevado en su vientre por varios meses y siente algo que… ¿Cómo explicarlo? No soy madre, pero he visto esa mirada. Si tú eres mamá, entiendes lo que quiero decir.

Dios nos mira con ojos llenos de amor; para Él somos de “gran estima”. Pero no nos confundamos, no somos valiosos por nosotros mismos sino a través del sacrificio de Cristo en la cruz. Fuimos comprados con su sangre y valemos su misma vida. Además para Él somos “honorables”. Esta palabra en hebreo es kabad que significa “con honor, distinguido, ilustre, insigne, noble, renombrado”. ¡Wow Señor! ¿Así nos ves? ¡Qué amor!

Observa que Dios no dice “yo te amaré”, dice “yo te amé”. Tiempo pasado. Nos ama desde la eternidad y nada ni nadie puede cambiar eso. Su amor es inalterable, infinito, incondicional, ininterrumpido. Dios tiene su mirada sobre ti, no se cansa de contemplarte. Te ama porque te creó, pero además porque te volvió a comprar para que seas doblemente suyo.

Cuando comprendemos que somos amados sin merecerlo, solo podemos corresponder a ese amor entregando nuestra vida al Señor sin reservas. A través de esa relación de amor Padre-hijo llegamos a entender para qué fuimos creados y nos envuelve una profunda seguridad de que el Señor cumplirá sus planes en nuestra vida, hoy y por la eternidad. Si esa es tu confianza, ¿cómo no creer que Él se ocupará de cada detalle de tu vida?

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp