“Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos.” 2 Reyes 23:5.

El rey Josías fue tremendamente impactado por la Palabra de Dios cuando fueron hallados los antiguos rollos de la ley en el templo. Después de muchos años, el rey volvió a limpiar a Jerusalén de la idolatría y de todo lo relacionado con “los signos del zodíaco”: astrología, adivinación y hechicería. Cuando ellos se volvieron a Dios y pusieron su confianza en Él, volvió la paz y la prosperidad al pueblo.

Los años han pasado y nada ha cambiado. El hombre sigue tratando de interpretar lo que “dicen” los astros sobre su destino. Muchos siguen creyendo que los signos del zodíaco tienen algo que decirles. Millones de personas diariamente consultan el horóscopo para saber lo que les deparará el día y ponen su confianza en ello. ¡Qué engaño del diablo!

Tengo un amigo en Argentina que antes de conocer a Cristo trabajó en un medio de comunicación. Cuando se ausentaba el astrólogo de turno, encargado de decirle a la gente lo que podía espera ese día según su signo zodiacal, le pedían a él que escribiera algo para el horóscopo del día… ¡Imagínate las cosas que inventaba! Podía escribir lo que se le ocurriera, y muchos seguirían al pie de la letra sus disparates.

Es difícil de creer que tantas personas confíen más en lo que supuestamente “dicen” los astros que en lo que dice el Creador de todo lo que existe.

La verdad sobre nuestro futuro la encontramos en la Palabra de Dios. Si necesitamos dirección, consejo o saber lo que podemos esperar en nuestro día a día, solo debemos abrir la Biblia y leer lo que Dios tiene que decirnos. Él es el único que conoce nuestro presente, pasado y futuro. Él único a quien le debemos confiar nuestra vida.

Como dijo David en el Salmo 16:5, 7,11: “Tú, Señor, eres… mi herencia; tú eres quien me sostiene. Por eso te bendigo, Señor, pues siempre me aconsejas, y aun en las noches me enseña mi conciencia. Tú me enseñas el camino de la vida; con tu presencia me llenas de alegría; ¡estando a tu lado seré siempre dichoso!”

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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