«AMISTAD»

Es probable que la sensación de vacío emocional le resulte familiar. A veces sentimos que nada nos llena, perdemos la emoción y nos embarga un sentimiento de desánimo.

Generalmente se entiende por vacío emocional esa sensación de estar separado, desconectado de los demás, insatisfecho, frustrado, con pensamientos de que todo carece de sentido.

En ocasiones, el vacío emocional tiene mucho que ver con el sentimiento de soledad. Somos seres sociales y necesitamos el contacto con otros, establecer vínculos.

Es cierto que hoy tenemos tantos recursos a través de la tecnología para “estar juntos”, pero en realidad no hay teléfono, tablet o computadora que puedan reemplazar a un buen abrazo o una charla cara a cara con aquel que nos puede tomar de la mano, mirar a los ojos y animar a seguir adelante.

Creo que hay muchas cosas importantes que deberíamos haber aprendido durante el tiempo de libertades limitadas por la pandemia, y una de ellas es el valor de la comunión.

Cuando usted lee la palabra “comunión” en la Biblia, el término hebreo está relacionado con la idea de amistad y conocimiento profundo. Tenemos ejemplos de esto en la relación de David y Jonatán; Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego; Pablo con Priscila y Aquila; Felipe y Natanael. Dios nos creó con la capacidad de establecer relaciones significativas con otros.

Entonces llegó la pandemia y cambió nuestra agenda. La falta de tiempo, el apuro y las muchas ocupaciones fueron reemplazados por encierro, rutina, silencio, tiempo para pensar… y quizás, para descubrir que no habíamos puesto verdadera atención en desarrollar vínculos estrechos y fraternales que nos ayudaran, entre otras cosas, a eliminar cualquier sentimiento de soledad.

Muchas veces no se trata de que otros no se acuerden de nosotros, sino de que siempre nos conformamos con interacciones superficiales, y a la hora de necesitar ese rico banquete de comunión fraternal, nos damos cuenta de que nunca invitamos a alguien a sentarse en “nuestra mesa”.

Alguien dijo que “un amigo es la persona que se queda a tu lado cuando todos se van”. Cicerón dijo que “la amistad promueve la felicidad y abate la tristeza al duplicar nuestro gozo y dividir nuestro dolor”. Cuando le preguntaron a un niño qué es un amigo dijo: “Alguien que sabe todo sobre ti y de todas maneras se queda a tu lado y te quiere”.

Las verdaderas amistades no se desarrollan de la noche a la mañana. Son el resultado de tiempo compartido, compromiso, entrega, respeto, confianza, reconocimiento de los límites de cada uno, sinceridad. Invertir tiempo, vencer la timidez para algunos, librarnos de malos recuerdos, aprender a confiar y ser vulnerables, son cosas que podemos hacer para comenzar a construir relaciones estrechas que nos bendigan.

Dios nunca ha querido que vivamos como “llaneros solitarios”, que asistamos a la iglesia sin crear lazos de amistad profundos con otros cristianos. En Su plan, una amistad fiel y sincera entre creyentes es una de las bendiciones que Él pone a nuestro alcance. Está en nosotros decidir dar ese primer paso y comenzar a sembrar semillas que se transformen en una verdadera amistad.

“El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo”. Proverbios 27:9 (NVI).

Cortesía Alexandra Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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