“Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir”. Salmo 71:17-18.

¿Cuántos años tienes? Sí, ya sé, no te acuerdas… Te hago esta pregunta porque cada año que cumplimos no es solo para sumar, sino para manifestar lo que el Señor hace en nosotros. Quienes están a nuestro alrededor deberían ver de qué manera Dios está presente en nuestras vidas; y lo que hemos recibido de gracia, debemos darlo de gracia a las próximas generaciones.

El salmista ya era anciano, sin embargo, todavía podía escribir, alabar a Dios e incluso tocar instrumentos musicales. Parece que el desgaste natural de su cuerpo no era impedimento para seguir sirviendo al Señor. Su mayor deseo era que Dios le diera fuerzas para seguir “anunciando su poder a la posteridad”, es decir, a la siguiente generación.

Qué bendición es conocer al Señor desde la niñez. Salomón lo sabía muy bien y por eso dio este consejo: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6). Por eso insistimos en la necesidad de enseñar toda la Palabra de Dios a nuestros hijos, llevarlos a clases de educación cristiana, y permitirles compartir momentos en donde puedan poner en práctica lo aprendido.

Yo soy producto de lo que mis padres, maestros de escuela dominical y líderes de jóvenes formaron en mí desde pequeño. Ahora mi meta es que nuestros hijos glorifiquen a Dios con sus vidas si el Señor no viene antes. Es terrible pensar que se levante una nueva generación que no conozca al Señor ni haya sido testigo de su poder. Este fue el caso de Israel: “Y murió también toda esa generación, y se reunió con sus antepasados. Después de ellos vino otra generación que no conocía al Señor, ni sabía lo que el Señor había hecho por Israel. Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor, y adoraron a los baales.” Jueces 2:10-11.

Tal vez no tengas hijos naturales, pero puedes ser un padre o una madre espiritual para muchos. El anciano salmista se había propuesto esto y clamaba a Dios para que no le faltaran las fuerzas. Si ese es tu deseo, permite que el Espíritu Santo te capacite para hacerlo con amor, paciencia y sabiduría.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp