“Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti”. Josué 10:8

No era un rey contra Josué, ¡eran cinco! Si un enemigo es preocupante, imagínate cinco. Además eran reyes experimentados en la guerra que conocían muy bien el lugar. A los ojos humanos, Josué era un novato, pero tenía un arma secreta, bueno… no tan secreta: ¡Al Dios Todopoderoso! Ya había visto lo que podía hacer con un río imposible de cruzar, con unas murallas impenetrables, con una ciudad infranqueable. Debía seguir confiando en Él.

En esa situación, Dios le da una promesa a Josué: “Yo los he entregado en tu mano, y ninguno prevalecerá contra ti”. ¡Qué palabra reconfortante! Sus enemigos podrían ser muchos, tener grandes estrategias de combate, usar nuevas armas, pero no le vencerían.

Por favor, lee esta historia. Dios interviene directamente en la guerra. “Jehová los llenó de consternación delante de Israel” (v. 10). “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos” (v.11). “Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel” (v. 12). Y como si esto fuera poco, oyó la oración de Josué e hizo detener la puesta del sol por casi un día entero (v. 3). “¿Necesitas algo más?”, parecía decirle el Señor. “Yo hago todo por ti”. ¡Aleluya!

Presta atención a otro detalle: No hubo ni una sola baja en el ejército israelí. “Todo el pueblo volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos de Israel.” (v. 21).

Josué capturó a los cinco reyes amorreos y les dio una lección de fe y valor a los líderes del pueblo. “Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos. Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis.” (vs. 24-25). El enemigo está sometido bajo los pies de los hijos de Dios que se mueven con fe y autoridad.

¿Estás siendo atacado espiritualmente por el enemigo? Ya sabes que nuestra lucha no es contra las personas sino contra las huestes del diablo. “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.” (Romanos 16:20). Nuestra fe y confianza debe ser la misma que la de Josué. Dios pelea por ti. Nadie podrá hacerte frente. No tengas temor, ese enemigo interno que nos debilita, ni te intimides, porque el Poderoso Gigante pelea por ti.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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