A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de él y le abandonaron.  Entonces Jesús, mirando a los doce, les preguntó: ¿Ustedes también van a marcharse? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna.” Juan 6:66-68.

Ese día había comenzado de una manera tremenda. Una multitud de personas estaba buscando desesperadamente a Jesús. Cualquier discípulo hubiera pensado: “¡Al fin las multitudes vienen a Cristo!” Pero Jesús conocía la intención de sus corazones. Lo buscaban para hacerlo rey porque habían visto el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

El Señor siempre fue claro cuando llamaba a las personas a seguirle. Nunca les prometió liberación política, social, beneficios económicos o prosperidad. En esta oportunidad Jesús les explicó que su verdadera necesidad era espiritual y que solo se supliría a través de una relación con Él. ¡Palabras difíciles de aceptar para quienes solo querían el pan de cada día!

Después de escuchar estas palabras, muchos le abandonaron, pero Jesús no cambió su mensaje ni sus demandas. Tampoco deberíamos hacerlo nosotros. El que quiere seguir a Jesús debe ajustarse a lo que Él dice.

Los apóstoles se preocuparon cuando vieron que la multitud se marchaba. Entonces Jesús los miró y les dijo: “¿Quieren irse ustedes también?” Ante esta pregunta, Pedro fue claro: “Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna”. Él sabía lo que había encontrado, sabía lo que tenía, conocía quién era Jesús.

En este tiempo, en donde abundan las “doctrinas utilitarias” que acomodan el evangelio a los deseos de las personas, Jesús nos sigue haciendo la misma pregunta: “¿Quieren irse ustedes también?” “¿Seguirán la verdad o los deseos de su corazón?” Tu respuesta estará fundamentada en lo que hayas conocido y experimentado del Hijo de Dios.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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