“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas 23:43.

Jesús está en la cruz perdiendo mucha sangre, sediento, sufriendo una terrible agonía y en esa condición, uno de los malhechores que había sido crucificado junto a él le pide que lo acepte en su reino. El Señor, dejando a un lado su sufrimiento, se enfoca en este pecador y le responde con palabras llenas de misericordia: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Esta frase de Jesús incomoda, perturba, desafía. ¿Por qué Jesús salvó a alguien que hizo tanto mal? ¿Cómo es que este sinvergüenza va al cielo si nunca se bautizó, no dio ofrendas, no sirvió en ningún ministerio, y nunca cumplió con la ley? ¿Será que podemos interpretar este pasaje de otra manera? No, el Señor dijo lo que dijo.

La gracia de Dios nos desconcierta, anula todo argumento legalista y nos recuerda que todos somos pecadores, “no hay justo ni aun uno”. Todos hemos pecado y solo la gracia de Dios nos puede salvar. No hay lugar para ninguna obra que acompañe al sacrificio de Cristo. Somos justificados gratuitamente por su gracia.

El ladrón en la cruz no tuvo tiempo de hacer obras dignas de un hijo de Dios, pero creo que si hubiera vivido más tiempo las habría hecho. Es imposible no amar y servir a Aquel que dio todo por salvarnos.

¿Es capaz de reconocer la gracia de Dios en su propia vida? Si es así, estoy seguro que querrá contarle a otros que Cristo sigue ofreciendo el perdón de pecados y una relación con Él a todos los que lo aceptan como su Salvador.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Ro. 5:8). ¡Esto es gracia!

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp