“VICTORIA EN LAS TENTACIONES”

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” Hebreos 4:15.

La palabra “tentar” en griego es peirazo, que significa “poner a prueba, incentivar” y el propósito es negativo: hacernos pecar, independizarnos de Dios, vivir a nuestro antojo y que le demos lugar a los deseos más bajos de nuestra vieja naturaleza.

Jesús fue tentado… en todo. Eso significa que aunque hayan pasado más de dos mil años y lo tiempos cambien, el propósito de una tentación sigue siendo el mismo.

Hay tres áreas en donde todos somos tentados. Observa la descripción de Juan: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16). Justamente Jesús fue tentado en estas tres áreas: Los deseos de la carne: Que convirtiera las piedras en pan. Los deseos de los ojos: La gloria de los reinos del mundo. La vanagloria de la vida: Que se arrojara del pináculo del templo. Jesús venció las tres formas de tentación cuando estuvo en el desierto. (Mt. 4:1-11).

El Señor fue tentado en todo para identificarse con nosotros, de modo que podemos estar seguros que nos entiende cuando estamos bajo cualquier presión. Pero no solo nos entiende, también nos ofrece su poder para ser vencedores. Si Él fue vencedor, también podemos serlo nosotros.

Jesús venció cada tentación con la Palabra de Dios. Le respondió una y otra vez al mismo diablo: “¡Escrito está!”, y asunto terminado. Su Palabra debe ser nuestra arma para deshacer todos sus engaños.

Permitamos que el Espíritu Santo nos recuerde la Palabra y nos muestre la salida a cada tentación. Él es nuestro Ayudador.

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y lo habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. 1 Juan 4:4.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini

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