«Amado Padre celestial, te doy gracias porque me has amado con amor eterno, me has perdonado y me has hecho para ti nación santa y pueblo adquirido por ti para anunciar las virtudes de quien me llamó de las tinieblas a su luz admirable. En esta hora y como respuesta a tu gran amor, me rindo ante tu presencia y te pido que me llenes de tu Santo Espíritu. Te rindo a ti mi voluntad, mis deseos, metas personales y todo lo que anhelo lograr, para que seas tú regulando todo esto y haciéndome cumplir tu voluntad, Amén.»

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