«LA ACTITUD, UNA DISPOSICIÓN DEL CORAZÓN»

El diccionario define a la actitud como “la manera de estar dispuesto a comportarse u obrar”. Alguien también la definió como la “predisposición aprendida a responder de un modo consistente”. En otras palabras, lo que sentimos lo expresamos en la conducta. Lo que tenemos en el corazón lo manifestamos en nuestro comportamiento. Y es importante destacar que la manera de manifestar una actitud se aprende. Eso significa que podemos cambiar nuestras actitudes.
 
Puede haber muchos tipos de actitudes: Actitud defensiva, ofensiva, benévola, malévola, de colaboración, de indiferencia, de entusiasmo, de desánimo, de persecución, provocativa, pensativa, de perdedor, de vencedor, positiva, negativa… ¿De qué depende? De lo que tenemos en el corazón. Ahí guardamos lo que hemos aprendido en la vida a través de nuestros padres, de los amigos, de la escuela, de la iglesia, de las experiencias que hemos pasado, de personas que influyeron en nuestra formación. Creo que si somos sinceros, todos podemos decir que hemos aprendido a manifestar buenas y malas actitudes. Entonces necesitamos evaluarlas para saber qué debemos todavía corregir dentro de nosotros.
 
David, bien consiente de esto dijo en el Salmo 19:12: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.”
 
Manifestamos nuestras actitudes con nuestras palabras, nuestras acciones, y la postura de nuestro cuerpo. Muchas veces quisiéramos  decir que “sí” a una excelente propuesta de trabajo que nos hacen pero interiormente creemos que vamos a fracasar, que le fallaremos a la persona, que algo malo podría pasar, y decimos que “no”, porque no queremos que por un fracaso nos desvaloricen, que nos hagan a un lado, que nos hagan sentir que somos inferiores. Así que cuando decimos “no” interiormente queremos decir que “sí”. Una actitud de temor al fracaso.
 
Otras veces ocurre lo contrario, por miedo al qué dirán nos comprometemos con un “sí” que en el corazón queríamos decir lo contrario, y entonces nuestra cara, la postura de nuestro cuerpo manifiestan lo opuesto, y comenzamos a dar vueltas para no hacerlo… Tenemos una actitud de temor al rechazo. Y esta nos paraliza.
 
Cuando nos pasan cosas como estas debemos preguntarnos siempre “¿Por qué?” ¿Por qué tengo esta actitud de temor al fracaso, temor al rechazo? En otros casos, ¿Por qué tengo esta actitud egoísta, mezquina, machista, indiferente…? La respuesta será la raíz de nuestra actitud. Porque toda conducta tiene una causa.
 
Tal vez empecemos a recordar las enseñanzas de quienes nos criaron. Nuestras actitudes actuales dependen mucho de ellos. Si ellos eran temerosos, posiblemente adquirimos actitudes de temor. Si eran egocéntricos, actitudes egoístas. Si tenían sentimientos de mártires, tal vez identifiquemos muchas actitudes negativas en nosotros.  O cómo nos trataron en la escuela. Si siempre teníamos que defendernos diciendo a todos que “sí”, entonces ya estamos encontrando el motivo por el cual no podemos decir que no.
 
En fin, somos demasiados complejos como para resolverlo en un momento. La Biblia nos dice que cuando recibimos a Cristo como Salvador, el Espíritu Santo ha venido a morar en nuestra vida. A partir de allí contamos con ayuda sobrenatural. Él es quien nos santifica diariamente, el que nos ayuda a cambiar nuestras actitudes, el que produce en nosotros una transformación interna de nuestro corazón para parecernos cada día a Jesús. Con Él es posible que se cumpla lo que dice en Efesios 4:22-24: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
 
Tú eres un nuevo hombre de Dios en quien el Espíritu Santo cada día hará la obra transformadora. Entrégale cada actitud que no esté de acuerdo a la Palabra y permítele que siga desarrollando ese nuevo hombre poderoso en Cristo dentro de ti.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp