“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17.

Santiago, uno de los hermanos de Jesús, escribe esta carta a cristianos que estaban pasando pruebas severas y persecución. Muchos de ellos creían que Dios los estaba tentando, pero Santiago es claro en su exposición diciéndoles que nunca tienta a nadie ni tiene el propósito de que alguien caiga en algún pecado. Al contrario, las pruebas sirven para crecer en fe y dependencia de Dios cuando el corazón es espiritualmente sensible.

Dios tiene para sus hijos buenas dádivas y dones que se ajustan a lo que necesitamos. El Señor nunca se equivoca con lo que nos da o permite. Santiago toma como ejemplo a los astros del cielo para hablar de “las luces”. Si el Creador diseñó todos los astros del universo y cada uno con su luz particular, ¡cómo no reconocerlo a Él como la luz perfecta donde está todo perfectamente claro!

El escritor está tratándonos de decir que Dios es inmutable: significa que no cambia, sus atributos permanecen eternamente, su carácter es inquebrantable, su gobierno es estable y duradero, sus propósitos son indestructibles. Para esto usa dos palabras griegas que son usadas en astronomía: “mudanza” y “sombra”, relativas a los cambios de los cuerpos celestes, las variaciones del día y la noche, el movimiento del sol y la luna, las diferencias de brillo entre estrellas y planetas. Todo lo creado es variable pero su Creador no, Él permanece para siempre.

Aunque las cosas cambien a nuestro alrededor, aunque nuestro cuerpo cambie, aunque las personas cambien, el Señor sigue siendo el mismo. Podemos confiar en Él porque su Palabra nos confirma su inmutabilidad. Si dice que su amor y misericordia son eternos, debemos creer en Él, si dice que sus promesas se cumplen, no podemos dudar, si dice que Dios tiene recursos para ayudarnos en las pruebas y una salida a cada situación difícil, nuestra fe debe permanecer en Él. Recuerda esta verdad inalterable: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8). ¡El Dios de los milagros nunca ha cambiado y sigue interviniendo en nuestras vidas!

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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