“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Apocalipsis 2:4-5.

La iglesia de Cristo en Éfeso era muy buena en obras, doctrina, paciencia, santidad… Todo iba bien hasta que Dios dijo “pero”. Si Dios dice “pero”, es mejor prestar atención.

“Has dejado tu primer amor”. No fue una pérdida por accidente, sino una decisión intencional y voluntaria. La construcción gramatical griega de este versículo dice literalmente: “Pero estoy teniendo contra ti que el amor de ti, el primero, dejaste ir”. No solo habían perdido el entusiasmo inicial, la alegría de servir, el gozo de ver a una persona salvada, sino que el Señor ya no era lo que más amaban. La obra, el servicio, la firmeza en la doctrina, y tantas otras cosas pasaron a ser lo más importante, y amar a Jesús por sobre todas las cosas fue desplazado del primer lugar.

Las justificaciones podrían haber sido bíblicas: “Amamos la verdad, sabemos distinguir muy bien a los falsos profetas, nos esforzamos al máximo en el servicio, ayudamos a los necesitados, recibimos con amor a los que son salvos…”. Todo eso es muy loable, pero si esos amores están antes que el amor a Jesús, algo está mal.

Si nuestro amor por el Señor no es constante, llegará el momento en que nos dedicaremos a hacer cosas, pero sin la motivación correcta. Ocuparemos el tiempo en actividades, pero nos alejaremos de la presencia de Dios, y si nos alejamos de la comunión íntima con el Señor, el amor finalmente se enfriará.

El predicador y escritor del S. XIX Charles Spurgeon dijo una vez: “Una iglesia no tiene razón de ser cuando el amor se ha enfriado. Si pierdes el amor por Jesús, lo pierdes todo”.

Acércate al Señor; pon “leña” cada día a tu relación con Él para que esa llama nunca se apague. Pasa tiempo en su presencia. Recuerda todo lo que hizo por ti. Dile cuánto lo amas. Que tu relación de amor con el Señor sea tan evidente que otros digan: “Sí que está enamorado de Jesús”.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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