“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. 2 Timoteo 2:22.

Timoteo era un joven llamado por Dios para servirle. En sus primeros años, el apóstol Pablo le aconseja llenarse del Espíritu Santo, dejar de lado la cobardía, la vergüenza y el qué dirán para avanzar en la fe y el ministerio. Pero también sabía que en la ciudad de Éfeso estaría expuesto a un sinnúmero de tentaciones y ataques del diablo para apartarlo de la voluntad de Dios. Por eso Pablo es muy contundente al decirle que no juguetee con las pasiones juveniles, sino que ¡huya!

La expresión “pasiones  juveniles” en griego es epithumía, y significa “intenso deseo, codicia, concupiscencia, malos deseos que están listos para expresarse en una actividad corporal”. Santiago usa esta misma palabra cuando dice: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” (1:14). Santiago y Pablo no se están enfocando en una tentación en particular, sino en cualquier tentación que enciende nuestros malos deseos.

Si observamos con atención, a través de los medios de comunicación, somos bombardeados permanentemente con una oferta de productos que buscan despertar esas pasiones a las que se refiere el apóstol Pablo. El blanco normalmente son los jóvenes, sin embargo, estas pasiones también seducen a los adultos, muchos que, sea dicho de paso, ¡manifiestan comportamientos de adolescentes! Así que esta exhortación es para todos.

Mantén presente en tu mente que un pequeño desliz lleva a otro, y a otro, hasta que terminamos aceptando lo que es malo como bueno. Debemos ser conscientes de que el diablo no desaprovechará ninguna oportunidad para debilitarnos y que finalmente cedamos a la tentaciones.

Escucha al Espíritu Santo y acepta su ayuda, en Él tienes todos los recursos que necesitas para vencer.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp