“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14.

Hace varios años atrás, Enrique y María Giovanini fueron a predicar a lugares inhóspitos de Bolivia. En cierta ocasión, se dirigieron a Camblaya, un poblado que nunca había escuchado el Evangelio. Para llegar a ese lugar debían atravesar un camino estrecho entre una montaña de mil metros de altura y el precipicio al otro lado. El desafío les llevó seis horas a pie. Hubo tramos en que sentían tantos mareos y vértigo debido a la altura, que solo pudieron seguir de rodillas. Al llegar al pueblo, la satisfacción de poder predicar la Palabra de Dios a cincuenta personas que escuchaban del Señor por primera vez, les hizo olvidar lo difícil del camino. Muchos recibieron a Cristo como su Salvador en esa oportunidad. Sin duda, un viaje inolvidable. Cuando vuelvo a hablar con mi madre de este evento, 45 años después, me lo cuenta como si todavía estuviese en el altiplano boliviano.

Mis padres aprendieron por experiencia propia lo que es un camino estrecho. Jesús dijo que el camino que lleva a la salvación es angosto, de tal manera que solo puede transitarse en fila, de a uno a la vez; incluso habrá algunos tramos en los que solo podremos seguir adelante de rodillas, pero siempre contaremos con la mano del Señor sosteniéndonos para poder continuar.

Para tomar el camino angosto debemos haber pasado primero por la puerta estrecha, tan estrecha que debemos despojarnos de todo para poder pasar. Según el Señor, hay que negarse a uno mismo, renunciar incluso a nuestra vida para seguirle; de esa manera solo dependeremos de Él.

Que el camino se angosto no significa que no esté bien marcado, sus límites están claros y tiene solo una dirección. Por eso cuidado con los desvíos o atajos, porque ellos solo nos llevarán hacia el camino ancho. Hay un solo camino hacia la eternidad y Dios ya lo ha trazado.

El camino angosto es seguro. El destino está fijado y nos espera la gloria eterna en la casa del Padre Celestial con Cristo y su Iglesia gozando de lo que jamás podríamos imaginar. ¡Sigue caminando! Pon tus pies sobre las huellas de Jesús y estarás en la dirección correcta.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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