“Haga esto Faraón y ponga gobernadores sobre el país, y tome la quinta parte de lo que produzca la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia. Se deben almacenar todos los alimentos de estos buenos años que vienen, y bajo el control del Faraón recogerse y guardarse el trigo para el sustento de las ciudades. Estas provisiones deben quedar almacenadas para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto. Así el país no perecerá de hambre”. Génesis 41:34-36.

Si conoces la historia sabrás que fue Dios quien le dio estas palabras a José, hijo de Jacob. El rey egipcio quedó tan maravillado, que inmediatamente lo nombró gobernador del país.

José no solo interpretó a la perfección el sueño del Faraón sino que además le dijo lo que debía hacer. Entendió que ese sueño venía de Dios y había que trazar un plan. Los siete años de vacas gordas no eran para vivir como reyes hasta agotar el stock y después “que sea lo que Dios quiera”. No, había que hacer acopio de alimentos para los siete años de vacas flacas. Ese era el propósito de la revelación.

Las personas inmaduras espiritualmente actúan como dice Pablo en 1 Corintios 15:32b: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos”, olvidando que hay vida más allá de la tumba y que nuestra vida en la tierra es sólo una preparación para la que nunca acabará. Lo que hacemos hoy incide en nuestra eternidad.

¿Qué importancia le damos a la Palabra de Dios? Cuando leemos los pasajes proféticos que anuncian claramente que la maldad aumentará y las cosas se pondrán peor antes del regreso de Cristo, ¿consideramos prepararnos espiritualmente para poder hacer frente a ese tiempo? El Señor dijo que vendrá como “ladrón en la noche”, ¿estamos listos para su venida? ¿Estamos alimentando nuestra fe con la Palabra de Dios, la oración y congregándonos con nuestra familia espiritual?

Los verdaderos creyentes en Cristo nos preparamos a conciencia para los tiempos venideros. Pero también preparamos a la próxima generación para lo que vendrá; y predicamos y enseñamos la Palabra de Dios a tiempo y fuera de tiempo.

Nunca tengas temor del futuro porque está en las manos de Dios. Nuestro enfoque no es la preocupación sino la ocupación. No sabemos exactamente qué nos deparará el día de mañana, pero hoy nos preparamos espiritualmente para enfrentar con sabiduría y fe lo que tenemos por delante.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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