«Amado Dios, mi Señor y mi Rey, te doy gracias porque sé que sin ti nada sería, todo lo que soy y lo que tengo es gracias a tu amor sobrenatural para conmigo y por tu infinita bondad. En este momento, me rindo ante tu presencia y me presento como un sacrificio vivo, entregando mis angustias, mis problemas y lo que me estresa, pero también todos mis triunfos y alegrías, para que, a partir de ahora, tú dirijas mis pasos y todas mis decisiones. Ahora que me dispongo a dormir, que sea tu Espíritu Santo tomando el control de mi mente y trayendo su paz a mi corazón, amén.»

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