“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.” 1 Samuel 30:6.

¿Te han robado alguna vez? A mí me asaltaron a mano armada tres veces. Da escalofríos solo recordar un revólver calibre 32 apuntándome en la cabeza. Sin embargo, Dios siempre resguardó mi vida; incluso, en una de esas oportunidades, pude hablarle de Cristo al ladrón.

La situación de David fue mucho peor. Había sido llamado para ir a una guerra en donde no debía estar, y al regresar, la ciudad donde vivía y su ejército, había sido saqueado. Se llevaron todo: mujeres, niños, bienes materiales, hasta los alimentos. Imagínate el cuadro. Los “valientes de David” estaban tan dolidos que pensaron en apedrearlo. ¡Wow, qué seguidores más inestables! Pero la situación era desesperante. ¿Qué iba a hacer ahora David?

“Pero David se fortaleció en Dios”. Fortalecerse en hebreo es kjazác que significa “agarrarse fuerte, ser valiente, conquistar, ampararse, reanimarse, reparar, sostenerse”. Antes de hacer algo, David se agarró de Dios. Obtuvo fuerzas, sabiduría, valentía y determinación para recuperar todo lo que el enemigo les había robado. Al final de la historia, leemos que obtuvo un botín mayor que el que se habían llevado. ¡Qué tremenda es la ayuda divina!

Aprendemos mucho de esta historia. Como David, podemos angustiarnos mucho por lo que el diablo, el enemigo de Dios, nos ha robado, o decidimos levantarnos y fortalecernos en Dios.

El Señor ya nos advirtió que el “el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir…” (Juan 10:10a). El trata de hurtarnos la fe, la paz, el gozo, la esperanza, pero también nuestra familia, hijos, cónyuges, relaciones, ministerios, bienes materiales. Sin embargo, Jesús vino para darnos vida abundante.

Por eso, ya no más lamentos y angustias que te paralizan. Hoy es día de levantarte y fortalecerte en Dios. El Señor quiere que clames a Él y des pasos de fe para recuperar lo que el enemigo te robó. ¡Tu Poderoso Gigante pelea tus batallas! ¡Él ya venció al enemigo!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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