“Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados.” Isaías 66:12.

Este pasaje tiene una doble referencia. Proféticamente se cumplirá cuando venga el Mesías y restaure por completo a Israel; pero hoy, se aplica a cada hijo de Dios que pone su fe diariamente en el Padre Celestial.

Muchas veces la religión ha sembrado la idea de que Dios es un anciano de larga barba blanca con el ceño fruncido, listo para enviar fuego del cielo a todo aquel que no ora más de cuatro horas por día y lee cien capítulos de la Biblia. ¡Qué imagen más alejada de la realidad! Según el mismo Hijo Eterno que conoce al Padre como nadie, dice que su amor y su misericordia se extienden sobre cada uno de sus hijos. Incluso está esperando con los brazos abiertos a los hijos pródigos que deciden regresar a su casa.

Veamos las maravillosas promesas que encierra este pasaje de Isaías.

Lo primero que menciona es que Dios “extiende paz como un río” a los que regresan a Él. “El Dios de paz y de amor estará con vosotros.” (2 Corintios 13:11). Al estar en el seno del Padre nos sentimos protegidos, cuidados y confiados gracias a la paz que derrama en nuestro corazón y al amor que experimentamos.

Continúa diciendo que los hijos de Dios serán alimentados por Él, como una madre alimenta a sus hijos. Una promesa de provisión.

“En los brazos seréis traídos”. ¡Cuántas veces nos cansamos de caminar! Como un niño pequeño le pedimos al Padre que nos levante y Él extiende sus brazos para sostenernos y darnos descanso.

“Sobre las rodillas seréis mimados”. ¡Qué expresión más tierna! La palabra “mimado” en hebreo es shaá que significa “mirar con complacencia, acariciar, agradar, fijar la mirada, regocijarse”. Wow… qué maneras más maravillosas de demostrarte cuánto te ama el Señor.

Cuando estás en la presencia de Dios, solo puedes sentirte amado. Puedes imaginarlo mirándote por largo tiempo, con una sonrisa en su cara, disfrutando del momento y reconfortando tu alma.

Necesitas hacer una pausa. Deja por un momento lo que estás haciendo y conéctate con el Señor. Experimenta su amor que sobrepasa todo entendimiento. ¡Eres un hijo mimado por Dios!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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