«Santo Dios poderoso, bueno, eterno y sobrenatural, te doy gracias porque eres bueno y para siempre son tus misericordias. En esta hora, me rindo ante ti y te pido perdón porque sé que constantemente te fallo con mis acciones, con mi forma de hablar y con las actitudes de mi corazón. Límpiame con la sangre preciosa del cordero y hazme puro y agradable ante tu presencia. Enséñame a hacer tu voluntad y a caminar en integridad. Ahora que voy a dormir, te pido que me llenes de tu presencia y de tu paz y me permitas descansar en bendición, amén.»

compartir por messenger
compartir por Whatsapp