“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.” 1 Tesalonicenses 5:14.

Uno de los peligros más grande que puede afectar al Cuerpo de Cristo es la indiferencia. Tal vez impulsada por el pensamiento contemporáneo de vivir enfocado en uno mismo, ser autosuficiente, y el condicionante de la tolerancia, hace que seamos más propensos a no corregir lo torcido y alentar lo recto.

Pablo le da una serie de consejos a la iglesia de Tesalónica con el fin de que vivan de acuerdo a lo establecido por Cristo, y que no sean indiferentes a aquellas cosas que necesitan atención en la familia espiritual.

El primer consejo del apóstol es que deben amonestar a los ociosos. Dios quiere que cada uno de sus hijos sea productivo, responsable y comprometido. Los “ociosos”, según la palabra griega, son los que viven desordenadamente, manifiestan irresponsabilidad en sus trabajos, son incumplidores e insubordinados. Puede ser que muchos vengan al Señor con este estilo de vida, sin embargo, es nuestra responsabilidad corregir esto en amor para que vivan diligentemente.

Hay que alentar a los de poco ánimo. “Poco ánimo” hace referencia a los que les falta valentía, los que son temerosos. Fíjate que no hay que amonestar al desanimado. A los que están pasando por pruebas severas, hay que alentarlos para que puedan mantenerse firmes y no retrocedan.

Hay que sostener a los débiles. Se refiere a los que están sin fuerzas, enfermos, débiles física y emocionalmente, frágiles. A ellos hay que extenderles una mano para levantarlos y ayudarlos a seguir adelante.

Hay que ser pacientes. Todos necesitamos que sean pacientes con nosotros muchas veces. La palabra griega para “paciente’ se refiere a alguien que tiene un espíritu que sabe aguantar con paz y gozo, que tarda en enojarse. ¡Seguro que ese eres tú!

¡Gracias a Dios por la Iglesia, la verdadera familia espiritual! En su seno tenemos corrección, aliento y apoyo mientras crecemos. No olvidemos estos consejos y pongamos en práctica la Palabra.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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