“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”. Romanos 4:20-21.

Qué impactante es la historia de Abraham. Ha sido declarado el padre de la fe de todas los creyentes en Cristo. Su fe fue probada muchas veces, pero permaneció firme en sus convicciones espirituales. Tuvo encuentros con Dios transformadores donde escuchó promesas tan maravillosas que parecían imposibles de concretarse. Imagínate que te digan que serás padre de multitudes cuando tu esposa es estéril y acaba de soplar noventa velitas…

¿Cómo hizo Abraham para permanecer creyendo en las promesas que Dios le hizo a pesar del tiempo que debió esperar para su cumplimiento? El texto de Hebreos nos dice que se fortaleció en fe “dando gloria a Dios”. Me imagino que cuando este hombre de Dios era atacado con dudas, se respondía a sí mismo cantando alguna alabanza que afirmaba su fe. “Bueno es Dios, siempre fiel”, “Eres Todopoderoso, “No hay nadie como Tú”, “A Dios sea la gloria”, en fin, imagina tú las alabanzas que traigan gloria a Dios en medio de la espera. Abraham había hecho de su relación con el Señor una prioridad y la alimentaba continuamente.

Si le damos lugar a las dudas, terminamos siendo incrédulos, por eso Abraham no permitía que ninguna se alojara en sus pensamientos. Confiaba en las promesas de Dios y esperaba su cumplimiento sabiendo que Dios no miente. Nadie podía hacerlo dudar de eso. Dice el texto que estaba “plenamente convencido”. Esta expresión en griego es la palabra pleroforéo que significa “estar completamente seguro, ser ciertísimo, cargado abundantemente de evidencias”. Es decir que cada vez que una duda venía a la mente de Abraham, él recordaba sus encuentros con Dios y afirmaba su fe en la verdad de Quién es el Señor. Tenía suficientes evidencias como para saber que Dios cumple sus promesas.

Siendo honestos, nosotros tenemos más evidencias que Abraham. ¡Tenemos una Biblia entera que nos habla del poder de Dios! Por eso, cuando nuestra fe sea probada al pasar por momentos difíciles, desafiantes y de espera, no podemos dar lugar a los dardos del diablo cargados de dudas e incredulidad. Es nuestra responsabilidad afirmar nuestra fe en el Todopoderoso.

Si Dios te ha dado una promesa, confía en Él hasta ver su cumplimiento. No desmayes durante la espera. El Señor sigue haciendo milagros. Recuerda lo que nos dijo Jesús en Juan 11:40: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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