“Todo lo hizo hermoso en su tiempo”. Eclesiastés 3:11a.

Como seres limitados por el tiempo, podemos encontrar la espera muy frustrante. Sin embargo, Dios no percibe el tiempo como nosotros.

Alguien dijo que “la espera no es un accidente, es un propósito”. En esas “salas de espera” es que Dios llama nuestra atención y cumple muchos de sus propósitos en nuestra vida.

En los tiempos de espera Dios trata con nuestro carácter. En momento así el Señor puede exponer aspectos de nuestro carácter que deben ser transformados. Piensa por un momento, ¿cómo has reaccionado las últimas veces que el Señor te hizo esperar? ¿Fuiste paciente, le diste gracias antes de que llegara la respuesta, o en cambio te preocupaste, te enojaste e incluso decidiste darle un “ultimátum” a Dios?

Cuando debemos esperar nuestra fe es probada. ¿Creemos realmente que Dios puede hacer todo lo que dice? ¿Vamos a mantenernos confiando en Él mientras esperamos sus respuestas o tomaremos el asunto en nuestras manos? Si entendemos de verdad quién es el Señor, podremos confiar en Él; y si lo hacemos, podremos esperar por su tiempo perfecto.

Durante el proceso de espera debemos recordar que el Señor siempre cumple sus promesas y responde a todo aquel que clama. Por lo tanto, debemos descansar y seguir el consejo del salmista: “Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, según esperamos en ti”. (Salmo 33:20-22).

Siempre que te sientas invadido por una sensación de urgencia o incertidumbre, recuerda quién es Dios y lo que Él te ha prometido.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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