“También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte…” Isaías 26:8-9a.

¿Has tenido que enfrentar consecuencias difíciles de sobrellevar después de haber hecho una mala decisión? ¿Has contraído una deuda de la que no puedes salir? ¿Estás arrepentido de haber hecho lo que hizo la mayoría y ahora no sabes cómo arreglar la situación? Piensa en el momento en donde todo comenzó. No, no fue en la decisión, fue mucho antes, cuando en tu mente y corazón “deseaste” algo que no era bueno.

Hay algunos deseos que pueden matar, tanto el espíritu como el alma y el cuerpo. La palabra “deseo” en hebreo es la palabra taavá que significa “anhelo, deleite, satisfacción, encanto, querer”. Pero también esta palabra proviene de avá que significa “codicia, incitar, querer, vehemencia.” De aquí también se desprende la palabra Kibrot-hataava, nombre dado al lugar donde el pueblo de Israel deseó comer carne y se quejaron y menospreciaron la provisión de Dios (Números 11:34). Eso significa que nuestros deseos pueden ser buenos si está enfocados en lo correcto, pero malos si no están alineados con la voluntad de Dios.

En los versículos que acabamos de leer, Isaías hace una oración mostrándonos el principio controlador de nuestros deseos: “Tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma “. Si primero deseamos que el nombre de Dios sea honrado en nuestras vidas, los demás deseos serán bien canalizados.

Si deseamos la guía de Dios, su dirección, entonces lo vamos a buscar. Así lo dice Isaías: “Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte”. Nuestros deseos nos mueven a buscar con pasión lo que anhelamos. Si anhelamos a Dios y hacer su voluntad, lo vamos a buscar hasta encontrarlo.

Comienza tu día deseando conocer más al Señor y eso te llevará a buscarlo con determinación. Entonces tus deseos serán controlados por el Espíritu Santo y tendrás mayor sabiduría para hacer tus decisiones diarias.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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