“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” 1 Pedro 4:12-13.

A veces nos parece que atravesamos todos los momentos difíciles de la vida en una sola semana. En medio de tantas dificultades podemos llegar a pensar que todo se debe a un “error de cálculos” divino. ¡Cómo nos podrían pasar a nosotros, hijos del Rey!

El apóstol Pedro se ocupó de esclarecernos el tema de las pruebas y no solo mencionó en su segunda epístola que no debíamos sorprendernos cuando llegaran a nuestra vida, sino que en 1 Pedro 5:9 añade que “los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.

Uno de los propósitos de las pruebas es ayudarnos a crecer y transformarnos en las personas que Dios quiere que seamos. Las pruebas, como parte del proceso de refinamiento, consumen toda impureza, fortalecen nuestra fe y nos hacen más útiles para el Señor.

Quizás no te guste la forma en la que Dios está interviniendo en tu vida. Recuerda que muchas veces nosotros somos los que hacemos más difícil el proceso porque nos cuesta rendirnos, escuchar su voz y aceptar seguir su dirección.

Piensa por un momento en los desafíos que has tenido que enfrentar… ¿Puedes ver sólo los problemas o reconoces una oportunidad para crecer?

Si aún no puedes entender qué propósitos tienen esas pruebas, toma un tiempo a solas con Dios y pregúntale: “Señor, ¿estás tratando de decirme algo?” Cuando lo escuches, no ignores sus palabras o dejes para “más adelante” lo que quiere hacer. Confía y da ese primer paso que comenzará a transformar tu vida.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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