“Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo. Él, pues, acabará lo que ha determinado de mí; y muchas cosas como estas hay en él.” Job 23:13-14.

No se le puede añadir más pruebas a una sola persona. En un solo día Job perdió sus bienes, sus hijos, su casa, sus criados, sus animales… Wow, demasiado para un justo.

Pero lo más impactante de su historia no fueron las pérdidas sino la fe en los propósitos de Dios. Cuando se enteró de todo lo que estaba pasando, solo pudo decir que el Señor le había dado todo, y si Él quería quitárselo, estaba bien, que su nombre fuera bendito. En Job 1:22 leemos: “En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”. Ahí estaba la clave de su confianza: Job sabía que no hay “despropósitos” en lo que Dios hace.

Lo que Dios “determina” lo cumplirá. Esta palabra en hebreo es kjoc y significa “promulgación, decreto, ordenación, plazo”. Dios trazó el plan eterno y dictamina cuándo y cómo se cumplirá, no hay nada que pueda impedir lo que Él ha establecido.

Si conoces la historia sabrás que al final Dios bendijo a Job doblemente después de sus pruebas. ¿Ese sería el propósito primordial de Dios? No, la verdad es que no. El Señor quería que Job lo conociera más profundamente, se relacionara con Él de una manera nueva, única, y dependiera para todo de Él. Esto queda claro por lo que afirma Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (42:5).

¿Estás pasando por alguna prueba severa? ¿Te sientes como el Job de este tiempo? Contágiate de la fe de este hombre de Dios hasta el punto de decir que esperarás en Él hasta que cumpla los propósitos que trazó para tu vida. El Señor no hace nada sin tener un propósito en mente.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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