“Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.” Salmo 119:25. 

El escritor de este salmo expresa toda su pasión por Dios y su Palabra a lo largo de todo el capítulo 119. No le alcanzan un par de renglones, tiene mucho que decir, a tal punto que termina siendo ¡el capítulo más largo de la Biblia! Sin embargo, eso no significa que muchas veces haya pasado por momentos muy difíciles, complicados, extraños, inciertos, que lo han llevado a decir que su alma estaba abatida. 

¿Conoces el sentimiento de “abatimiento”? Esa sensación de tener el ánimo por el piso, sin querer levantarte de ahí. La expresión en hebreo connota que el alma está “pegada” al suelo. Más bajo que eso sería estar enterrado. 

Estoy seguro que más de una vez lo has experimentado. Una promesa incumplida, un fracaso inesperado, la ruptura de una relación que parecía fuerte. Ay… cuánto abatimiento, qué difícil es sacudirnos ese sentimiento. Sin embargo, no podemos quedarnos en esa situación por siempre. Seguramente deberemos hacer un duelo, pero después debemos levantarnos. Dios no nos creó para vivir “pegados” al suelo. ¿Pero cómo hacerlo? Necesitamos algo que nos impulse. La fuerza viene de las ¡promesas de Dios en su Palabra! 

El salmista sabía que el remedio para el abatimiento era la Palabra de Dios. Muchas veces lo había experimentado y ahora nuevamente se aplica el remedio eficaz. “Vivifícame según tu palabra”. Si a ti todavía te queda un granito de mostaza de fe en algún rincón de tu corazón, entonces cree en lo que te dice Dios y tu alma será “vivificada”. Es la palabra hebrea kjaiá que significa “revivir, avivar, reanimar, resucitar, infundir vida”. ¡Aleluya! 

¿Qué promesa de Dios está viniendo a tu corazón? ¿Un salmo? ¿Una exhortación de Pablo? A mi mente viene esta promesa: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). 

El Señor Jesús te levanta como lo hizo con Pedro cuando estaba a punto de ahogarse, como a la hija de Jairo, como a Lázaro. ¡Porque Él vino para darte vida y vida en abundancia!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp