“Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete.” Apocalipsis 3:19.

Muchas personas solo creen que Jesús tiene un solo atributo divino: el amor. Ay… terrible error. Jesús es el Hijo de Dios y como tal tiene todos los atributos divinos, igual que el Padre y el Espíritu Santo. Él es amor, y también es recto, santo, fiel, verdadero… Entonces es infinitamente bueno, pero también infinitamente justo.

Como Dios nos ama tanto, no va a pasar por alto aquellas cosas que nos apartan de Él. Cuando pensamos que podemos salirnos con la nuestra, que podemos buscar la excepción a una ley divina, que podemos seguir coqueteando con el diablo y que no pasará nada, nos estamos auto engañando.

Como Dios nos ama tanto, nos reprende. Lo hace con su Palabra y a través de la voz del Espíritu Santo que habla a nuestra conciencia. Nos recuerda de dónde nos sacó y hacia dónde nos dirigimos. Nos amonesta haciéndonos ver quiénes somos en Él. El fin es enderezar nuestro rumbo antes de que suframos las consecuencias de la desobediencia.

Si ignoramos su reprensión, entonces pasa a la segunda fase: nos disciplina. Esta palabra en griego es paideia que significa “educar, corregir, enseñar”. Por supuesto Dios no disciplina a ningún hijo obediente, pero sí lo hace con el rebelde y desobediente. La finalidad es evitar un mal mayor a través de la disciplina.

Dios no quiere hijos rebeldes a quienes tenga que disciplinar permanentemente. Su deseo es que seamos sensibles y estemos dispuestos a obedecer bajo cualquier circunstancia. Si somos celosos por Dios y su Palabra, estaremos en el camino correcto, sin desviarnos.

Si últimamente hemos tenido pensamientos que no le agradan al Señor, o hemos dicho palabras o hecho cosas que desaprueba, entonces Dios nos exhorta a arrepentirnos. Si el Espíritu Santo está trayendo convicción a tu vida, no esperes, ve ahora mismo al Señor y pídele perdón y ayuda para no volver a pecar. No hay mayor gozo y paz que el que produce el perdón del Señor. Recuerda, “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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