“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Salmo 22:1.

Desamparado. Un sentimiento extraño que nos invade independientemente de que haya personas a nuestro alrededor, aunque pertenezcamos a una maravillosa iglesia, e incluso aunque sepamos que somos hijos de Dios. Hasta Jesús experimentó este sentimiento en carne propia cuando en la cruz exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Este salmo lo escribió David y sin saberlo estaba profetizando lo que sentiría el Mesías sufriente en la cruz. La palabra “desamparar” en hebreo es azáb que significa “soltar, abandonar, dejar, fallar”. ¿Has experimentado esto alguna vez? A veces sentimos que Dios nos soltó la mano, que nos ha dejado solos, que nos ha abandonado, aunque sea temporalmente, o que renunció a nosotros porque lo cansamos… Sentimientos meramente humanos.

Este sentimiento no es pecado, pero si comenzamos a dudar e incluso dejamos de creer lo que Dios nos dice en su Palabra, estaremos pecando.

En el Salmo 94:14 leemos: “Tú, mi Dios, jamás abandonarás a tu pueblo”. En el Salmo 37:25a, David nos vuelve a recordar: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado”. David era consciente de que Dios está sobre toda circunstancia y nunca olvidó encomendarse a Él con fe y confianza sabiendo que cambiaría ese sentimiento por descanso y paz.

Mira lo que dice el Salmo 68:6: “Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad; mas los rebeldes habitan en tierra seca.” El que confía en Dios, jamás estará desamparado, aun Dios lo rodea de personas que lo hacen parte de una familia espiritual.

¿Estás sintiéndote desamparado? No te culpo por sentirte así, pero te animo a ir al Señor y dejar que Él le dé descanso a tu alma. “…por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.” Salmos 9:10b.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
Adquiera el libro en Amazon

compartir por messenger
compartir por Whatsapp