“Desde la angustia invoqué a Jehová, y me respondió Jehová, poniéndome en lugar espacioso. Jehová está conmigo; no temeré.” Salmo 118:5-6a.

Muchas veces, cuando las presiones nos agobian, nos parece estar entre dos paredes que se van acercando peligrosamente hacia nosotros y nos comienza a faltar el aire. Hablamos de asfixia emocional, mental, espiritual y hasta física.

El salmista usó la palabra angustia para referirse a esta condición. “Angustia”, en hebreo, es metsár que significa “algo apretado, estar asfixiado por problemas, sentir estrechura”.

Cualquiera que se sienta así tiene dos opciones: Dejarse aplastar por las presiones o decidir como el salmista, invocar a Dios. La palabra hebrea para “invocar” es cará y significa “asediar a una persona para que nos escuche, llamar por nombre, gritar, nombrar, dar voces”. En la desesperación hay que llamar a Dios con intensidad, tal vez hasta en voz alta. “¡Señor, ayúdame!”

Dios no es indiferente a una petición cuando lo invocan de veras. “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.” (Salmo 145:18). Él quiere que le pidamos ayuda. Nos ha dado el libre albedrío para que voluntariamente pidamos su intervención. Cuando lo hacemos, los cielos se abren y llega la respuesta.

Dios nos saca de la angustia a “un lugar espacioso”. Esta expresión en hebreo significa “agrandamiento, espacio abierto, libertar, anchura, bien amplio”. Volvemos a respirar tranquila y profundamente porque el Señor hizo una la salida.

No pierdas un minuto más, ve al Señor en este momento, y deja que Él intervenga en tu situación apremiante.

Entonces podrás decir como el salmista: “¡Jehová está conmigo; no temeré!”

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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