“Compra la verdad, y no la vendas.” Proverbios 23:23.

Siempre pensamos que antes de compartir lo que escribimos es necesario “editar”. Antes de que el libro de devocionales “Tiempos de Refrigerio” fuera publicado, tuvo que ser editado. Había muchas palabras que podían interpretarse de manera diferente para alguna cultura, mal interpretarse en otras, frases que podían traer confusión, en fin, un sinnúmero de correcciones necesarias para que quien lo leyera, tuviera claro lo que el autor quiso decir.

Para nuestro diccionario, editar significa “preparar la publicación de un texto, una revista o un libro, cuidando su forma y contenido y añadiendo en ocasiones notas o comentarios”. En muchos casos, la edición es tan exhaustiva que queda poco del original.

En cierta ocasión, varios líderes de diferentes denominaciones y religiones se reunieron para compartir el Padrenuestro, la oración modelo de Jesús. Pero alguien comenzó a argumentar que no estaba tan seguro de que Dios estuviera en los cielos. Otro dio una versión diferente de cómo santificar su Nombre. Un liberal también alegó que era difícil aceptar que su reino viniera físicamente al mundo y que su voluntad jamás se haría en la tierra como en el cielo. Uno tras otro dio su punto de vista sobre la oración de Jesús… En fin, la conclusión de esa reunión fue que la única frase del Padrenuestro aceptada por todos era “Padre nuestro”, y nada más. ¡Qué terrible es cuando editamos la Verdad de Dios con nuestras ideas!

Dios nos dice en su Palabra que debemos adquirir su Verdad y no venderla. En otras palabras, no es negociable. Se acepta o se rechaza, pero no se “edita”. Dios es nuestro Padre si somos sus hijos, y la única manera de llegar a serlo es a través de Jesucristo. No hay manera de llegar a Él por otros caminos. Jesús es el Camino. Nadie tiene el derecho de editar esta verdad establecida por el Creador.

No podemos parcializar la Verdad. Observa el Salmo 119:160: “La suma de tu palabra es verdad”. La vida cristiana no está basada en un solo versículo. Nos basamos en la suma de todo lo que Dios ha dicho.

Tampoco podemos añadir algo más a la Verdad de Dios. También esto está claro en la Biblia: “No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6).

Tienes la Verdad, no la edites. Dios no necesita corrección. ¡Vive su Palabra!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Libro de devocionales «Tiempos de Refrigerio»
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