“Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas… por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda”.  2 Reyes 19:3-4

Los habitantes de Jerusalén en el tiempo del rey Ezequías estaban gozando de prosperidad, paz y crecimiento. Las familias estaban estables y muchas de ellas con la ilusión de un nuevo miembro en la casa. Las embarazadas habían hecho sus baby showers y todo parecía ir a ritmo de fiesta. ¡Qué ilusiones generan los bebés a punto de nacer! Pero algo sucedió que conmovió a toda la ciudad. Los asirios habían llegado con todo su ejército con la intención de tomar la ciudad, matar a los líderes y llevarse cautivos a los niños. La idea de un futuro terrible mató la ilusión de muchos hogares hebreos, a tal punto que el rey expresa: “la que da a luz no tiene fuerzas”. Ya empezaban a surgir preguntas como: ¿qué haremos con nuestros hijos? ¿cómo los alimentaremos? ¿y si se los llevan cautivos? Incluso alguien podría haber pensado para qué traer hijos a este mundo lleno de dolor. A las madres parturientas les estaba faltando las fuerzas. La única solución era clamar a Dios para que la ayuda venga del cielo.

Si lees la historia verás cómo el Señor intervino poderosamente dando liberación extraordinaria. Ni un solo asirio sobrevivió. Ya las familias podían celebrar sus nacimientos, sus cumpleaños y la esperanza de un futuro seguro en las manos de Dios.

Pensemos en nosotros y nuestra realidad. ¡Qué animados estamos cuando nos hemos motivado para comenzar una nueva atapa! Tal vez inconscientemente recordamos los días en que comenzábamos un cuaderno nuevo: escribíamos prolijo y sin manchas, por lo menos los primeros tres días antes de que los extremos de las hojas comenzaran a enrizarse. Nos encanta comenzar un nuevo tiempo lleno de esperanza. Nuestras ilusiones crecen y damos rienda suelta a nuestra imaginación.

Sin embargo, para comenzar una nueva etapa no solo hace falta motivación inicial sino fuerzas para emprenderla. Cuando vienen las dificultades, la oposición, los desafíos, problemas inesperados, parece que no tenemos la fuerza para que nuestros proyectos salgan a la luz, que nuestras resoluciones se lleven a cabo, que nuestras determinaciones espirituales se concreten. Parece que es fácil “concebir” ideas fantásticas, pero otra cosa es que “den a luz” bajo presión. Necesitamos ayuda sobrenatural.

¿Cómo estás tú? ¿Está naciendo en ti una fe dependiente de Dios? ¿Tienes la motivación de emprender nuevas cosas para Dios? Necesitas “elevar tu oración” pidiendo las fuerzas espirituales para alcanzar la victoria. Para que una nueva etapa nazca, la tenemos que acompañar de fuerzas del Espíritu para no detenernos más. Que nada ni nadie te quite el impulso de agradar a Dios con tu vida entera.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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