“Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.” Zacarías 2:5

Si tú le hubieras tomado una fotografía a Jerusalén en tiempos del profeta Zacarías, tendrías un panorama desolador; no encontrarías ningún lado bueno para fotografiar. Después de casi 70 años, la ciudad se veía destruida, quemada, abandonada, producto del ataque de los babilonios en el 586 a.C. Si miraras todos los días esa foto podrías llegar a pensar que ya no habría posibilidad de reconstrucción de la ciudad que en sus tiempos de apogeo llegó a ser la más esplendorosa del mundo.

La profecía decía que los cautivos iban a regresar y que Dios haría el milagro de la restitución. Mucho más que el ave Fénix, Jerusalén se volvería a levantar, pero ahora no con gloria humana sino divina. Por esa misma ciudad caminaría el Mesías. Sin embargo, para que la profecía tuviera cumplimiento, había una parte que el pueblo de Dios debía hacer: trabajar duro para reconstruir.

¿Cómo comenzar si ni siquiera tenían protección de los enemigos? ¿Cómo empezar a sembrar en un lugar desbastado por los robos de las naciones vecinas? ¿Valía la pena comenzar sin protección? Todas estas preguntas impedían al pueblo marchar hacia adelante. Entonces Dios les respondió con una promesa que tuvo su cumplimiento en ese tiempo y sigue siendo real hoy para su pueblo. Él mismo sería un muro de fuego a su alrededor. ¡Qué tremenda promesa! Les hacía recordar la muralla de fuego que había puesto entre los israelitas y el ejército de Faraón cuando salieron de Egipto. Había que confiar en esa promesa y poner manos a la obra.

La historia de Esdras y Nehemías nos dicen que reconstruyeron el templo, la ciudad y las murallas, y en el proceso Dios intervino milagrosamente. ¡Él siempre cumple sus promesas!

Estoy seguro que esta palabra de Dios es para ti. Tienes muchas fotos en tu mente de fracasos pasados, de proyectos que se cayeron, de una devastación del enemigo en tu alma, incluso parece que solo quedaron cenizas de tu relación con Dios. ¡Hoy es día de recomenzar! Dios te da una promesa y debes apropiártela. Desde hoy en adelante, el Señor mismo será un muro de fuego alrededor de ti, protegiéndote, animándote, respaldándote, si tomas la decisión de creerle y actuar en base a su promesa.

No tengas miedo, su muro es impenetrable. No tengas vergüenza, su intervención levanta tu cabeza. No te detengas, Dios mismo pelea tus batallas. Eres más que vencedor en Cristo. Confía que Jehová de los ejércitos está de tu lado, y su promesa es ser un muro de fuego a tu alrededor.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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