“…Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación.” Job 14:14

Hay una realidad espiritual que acontece alrededor nuestro que no podemos verla a menos que Dios quiera revelarla. Pasamos pruebas severas, enfrentamos tentaciones, vienen desafíos inesperados que no habíamos planeado, y llegan a nuestra vida con el propósito de que crezcamos en la fe. Le pasó a Job, pero nunca imaginó que las pruebas iban a ser tan duras.

Job buscó y buscó en su corazón si había alguna situación que él hubiera generado para merecerlo, si algún pecado no hubiera confesado, si hubiera faltado a algunos de los mandamientos de Dios, pero nada podía quebrar el fundamento de su integridad. Vinieron tres amigos para consolarlo, y terminaron siendo jueces condenatorios dando solo argumentos humanos para tratar de dar una explicación a algo que desconocían. Al fin, Job sabe que de esas pruebas tan duras solo podía librarlo el Señor.

La confianza de este hombre en Dios fue total, a tal punto que proclama que iba a esperar si fuera necesario hasta el último día de su vida con tal de ver la liberación divina. La palabra “liberación” en hebreo es kjalifá que tiene el significado de “alternación, mudar, cambiar el turno, pasar, saltar, renovar, retoñar”. Me encanta la palabra “retoñar”. En la región de New England donde vivimos, los inviernos arrasan con toda la vegetación. Si tú vieras por primera vez las tormentas de nieve y sintieras los 20 grados bajo cero, pensarías que nada verde volvería a crecer. Sin embargo, en cada primavera las plantas vuelven a “retoñar”, los árboles florecen y reverdecen. Como dice Eclesiastés, “todo tiene su tiempo”.

Job tenía su fe puesta en el Señor de manera tal que aunque estuviera pasando los peores inviernos, sabía que un día todo volvería a retoñar. De hecho, su confianza era tan firme que se atrevió a decir: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Wow, Job, ¡qué confianza!

No estoy seguro de que tú estés pasando las mismas pruebas que Job, pero quizás te sientas muy familiarizado con él. No te identifiques solo con sus pruebas como para consolarte de manera temporal. Aprópiate de su fe y esperanza. Job esperó pacientemente hasta el día en que llegó su liberación, el día de su retoño. Dios fue quien lo vindicó, levantó su cabeza, y además le prosperó mucho más de lo que tenía antes de las pruebas.

¿Sabes que tu día de liberación llegará? ¿Tienes tu confianza puesta en Cristo hasta las últimas consecuencias? ¿Le has entregado todas tus cargas a Él, tus temores, fracasos, angustias? Hoy el Señor quiere renovar tu fe, recordarte que sus promesas se cumplirán en el momento oportuno. Espera con paciencia la intervención divina, porque tu tiempo de retoño será maravilloso.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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