“La hierba se seca, y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.” Isaías 40:8.

¿Cuál es el mayor legado que podemos dejar a este mundo? Si el Señor se tarda en venir, ¿qué le dejamos a la próxima generación? ¿Cómo te gustaría que te recuerden cuando ya no estés?

Podemos pensar en muchas cosas, pero lo que puede hacer una diferencia tendrá que venir de Dios. Él dice que su Palabra es la que permanece para siempre, lo demás se seca, se marchita.

Empecemos por nosotros. ¿Qué transformaciones están produciendo en ti las verdades bíblicas? No hay mejor explicación de la Palabra que la que se refleja a través de nuestra conducta. ¿Lo que decimos es lo mismo que vivimos?

Si queremos hacer una diferencia en nuestra familia, debemos compartirles la Palabra de Dios. Nuestros hijos necesitan escuchar quién es Jesús, por qué murió en la cruz, y por qué solo su sacrificio perdona nuestros pecados y nos hace justos delante de Dios. Necesitan saber que necesitamos tener encuentros diarios con Él; y también deben saber que Cristo viene pronto a buscar a su Iglesia verdadera.

Nuestros familiares y amigos necesitan saber lo que dice la Palabra de Dios. Es lo que producirá cambios en sus vidas. Jesús dijo que sus palabras son “espíritu y vida” (Juan 6:63).

Lo que recibiste hoy de Dios compártelo con alguien. Eso es lo que realmente podrá hacer una diferencia en los que te escuchen y determinará también su futuro. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Juan 5:24.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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