“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35.

Jesús tenía taaaaanta paciencia… Mucha gente le seguía, pero no porque quisieran ser sus seguidores, sino para que Él supliera sus necesidades. Cuando vieron el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, rápidamente quisieron hacerlo Rey de la “Secretaría de Consumo y Alimentos” y cerrar para siempre la Secretaría de Trabajo. Pocos entendieron que el Señor había venido para darles algo superior a las cosas materiales.

No podemos enojarnos con esa gente, porque no sabemos qué hubiéramos hecho nosotros en ese momento. Cuando el afán nos atrapa y tenemos necesidad de algunas cosas materiales, muchas veces no pensamos con cordura. Bueno, a menos que hayamos tenido un encuentro verdadero con Aquel que es el Pan de Vida.

Nuestro cuerpo puede pasar momentos de hambre y sed, pero nuestro espíritu no. De hecho, muchas veces la Biblia nos enseña a tomar un tiempo de ayuno y oración para buscar lo más importante (Mt. 6:16-18). Jesús dijo que el alimento espiritual es prioritario antes que el material. “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre.” (v. 27).

Jesús dijo que Él es el Pan de Vida, pero hay que “trabajar por la comida que a vida eterna permanece”. ¿Qué significa “trabajar”? ¿Acaso una relación con Jesús se obtiene a través de esfuerzos personales? No, nada de eso. Somo salvos por gracia, es un regalo de Dios, pero una vez que somos hechos sus hijos, debemos cultivar nuestra relación con Él.

Nos alimentamos para cuidar de nuestra vida física, de la misma manera, nuestra vida espiritual debe ser cuidada a través de una correcta y creciente relación con el Señor. Él es el Pan de vida, pero el pan debe comerse, cómo. Necesitamos acercarnos a Él cada día a través de la oración, leyendo su Palabra, debemos permitir al Espíritu Santo hacer su obra en nuestra vida. Si queremos el verdadero alimento, debemos ir por él.

Comienza el día “trabajando” por el alimento espiritual para que tu alma sea saciada. Verás que cuando Cristo es lo más importante en tu vida, todo lo demás será añadido.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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