“Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. Génesis 50:19-20.

Nadie puede quedar indiferente a la historia de José y sus hermanos. Imagínate que hoy, tú y yo, tuviéramos la oportunidad de hacerle una entrevista a José. Estas serían algunas de las preguntas:

– Hola José, ¿cómo está? Gracias por atendernos. Sabemos que está muy ocupado gobernando Egipto. Estamos en directo para nuestro programa matinal y queríamos preguntarle a qué se refería cuando le dijo a sus hermanos que “Dios encaminó todo para bien”.

– Bueno, ustedes saben cómo es el Señor, cuando estás en sus manos, todas las cosas que te suceden las usa para hacer algo grandioso. Mis hermanos querían hacerme desaparecer, pero terminé siendo gobernador de Egipto.

– ¿Alguna vez pensó que nunca dejaría de ser esclavo y que permanecería en la cárcel egipcia?

– Bueno, he atravesado momentos muy difíciles, pero siempre tuve presente los sueños que Dios me dio. ¿Recuerdan el de las estrellas, el sol y luna? ¿Y el de los manojos de trigo? Si Dios dijo que ese era el plan para mi vida, estaba seguro que lo cumpliría.

– Sus hermanos se portaron muy mal con usted. ¿No cree que merecían un buen escarmiento para aprender a no meterse con un hijo de Dios?

– No me tocaba a mí impartir justicia, para eso está Dios. Al fin, todo formó parte de Su plan. Mi venta como esclavo a Egipto, la falsa acusación de la esposa de Potifar, los sueños de los funcionarios de Faraón, incluso mi trabajo en la cárcel… Todo lo usó Dios para que aprendiera muchas cosas; incluso el idioma y la organización de los egipcios.

– ¿Pero por qué ha sido tan bondadoso con sus hermanos? Podría haberlos perdonado, ¡pero que se vengan a vivir con usted! Les hubiera mandado el trigo a Canaán.

– Mis hermanos también forman parte del plan de Dios. No sé si conocen la historia de mi bisabuelo Abraham. Dios le dijo que iba a bendecir a toda su descendencia. Esto también se lo confirmó a mi abuelo Isaac y a mi padre Jacob. Además, ellos se arrepintieron de sus pecados, y ya saben, Dios perdona y restaura porque ama incondicionalmente. Por supuesto debemos someternos a Él y obedecerle. Así es como salen bien las cosas.

La entrevista fue más larga, pero transcribimos lo más importante. José nos confirmó una vez más que Dios cambia lo que parece imposible de cambiar, nos capacita para perdonar lo imperdonable, y lo que Él promete siempre lo cumple.

No hay duda de que Dios también cumplirá su propósito en ti y en mí, y que las situaciones difíciles que has atravesado, si las pones en sus manos las encaminará para bien. Puedes comenzar ahora mismo entregándole tu pasado al Señor, creyendo que tiene un plan para tu vida y dejándote guiar por su Espíritu Santo diariamente. El Dios de José es nuestro Dios y para Él no hay nada imposible.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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