La cuestión del tributo

15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? 18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? 21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 22 Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.

Reflexión: Dar a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:15–22)

Los fariseos intentaron tender una trampa a Jesús preguntándole si era lícito pagar tributo al César. Si decía que no, se exponía a los romanos; si decía que sí, lo acusarían ante el pueblo. Pero Jesús, con sabiduría, les pidió la moneda y preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Al responder ellos que era del César, concluyó: “Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.”

Esta respuesta nos enseña que como ciudadanos tenemos responsabilidades en este mundo, pero nuestra lealtad más profunda siempre le pertenece a Dios. Así como la moneda lleva la imagen del César, nosotros llevamos la imagen de nuestro Creador. A Él debemos nuestra vida, adoración y obediencia.

Hoy recordemos que todo lo que somos y tenemos pertenece a Dios. No olvidemos darle lo que le corresponde: nuestro corazón y nuestra fidelidad.

¡Dios te bendiga!

 

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