Habacuc fue un profeta que tuvo que enfrentar una crisis política, financiera y económica en Israel. La situación se había vuelto insostenible, pero en medio de esa crisis recibe una revelación de Dios que cambia su visión de las cosas.

A diferencia de aquellos que pueden enloquecer en medio de una crisis, Habacuc fue a su casa a orar, meditar y esperar en Dios. Sabía que Él le oiría y que pronto le enviaría una respuesta… Y la respuesta llegó. “Tengo un plan y un calendario”, dijo Dios. “Yo sé lo que hago, de modo que no te impacientes”. 

Observe cómo describe el profeta su encuentro con Dios. “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia… Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su mano, y allí estaba escondido su poder” (Habacuc 3:2-4). 

Habacuc salió transformado. Cambió su inquietud por alabanza. Observe su declaración: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” (Hab. 3:17-18).

Las circunstancias no controlaron los sentimientos de Habacuc, sino la fe en la capacidad de Dios para darle una solución.

Cuando los problemas parezcan ser más grandes de lo que podemos soportar, recordemos que Dios nos fortalece y es la respuesta a todas nuestras necesidades.

“Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”  Habacuc 3:19.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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