Muchas veces Dios permite tribulaciones en nuestra vida para que nos demos cuenta que solo podemos vivir dependiendo de Él. Jesús también lo dijo en la parábola de la Vid Verdadera: “Separados de mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5b. Nuestra unión con el Señor es vital para mantenernos con gozo y paz en medio de las circunstancias difíciles.

Cuando no podemos depender de nuestro trabajo, reconocemos que Dios nos da todo lo que necesitamos. Cuando los que parecían ser nuestros amigos no están en los momentos que más los necesitamos, nos damos cuenta que el Señor Jesús es nuestro Amigo fiel y nunca nos deja solos. Cuando no podemos congregarnos y extrañamos el contacto directo con los hermanos, vemos que Él aún sigue edificando a Su Iglesia en medio del distanciamiento social. Incluso cuando nos faltan los medios y recursos para servir a Dios nos damos cuenta que somos efectivos cuando dependemos del poder del Espíritu Santo.

Una vez, el conocido predicador John Stott perdió la voz justo cuando iba a predicar en la Universidad de Sydney, Australia. Se sintió perdido, ya no contaba con su mayor recurso para compartir el mensaje del Evangelio.

Minutos antes de comenzar, se acercó a un grupo de estudiantes cristianos y les pidió que oren por él. Subió a la plataforma y sostuvo el micrófono a dos centímetros de su boca. “Mi voz era ronca, no pude modularla –dijo Stott- era como un graznido. Sin embargo, todo el tiempo clamé internamente a Dios para que manifestara su poder en mi debilidad. Esa noche hubo una mayor respuesta al mensaje que otras noches”. Stott contó que cada vez que viajaba a Australia, alguien se acerca y le decía: “¿Recuerda la noche en que usted perdió la voz? Esa noche recibí a Cristo como mi Salvador”. 

El apóstol Pablo le había pedido a Dios tres veces que le quitara una debilidad, pero la respuesta divina fue: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Esa situación era muy necesaria para hacerlo completamente dependiente del poder de Dios. Pablo reconoció este propósito y su respuesta fue: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (1 Corintios 12:9-10)

Creemos en Jesús para salvación, pero ¿de quién dependemos para recibir ayuda? Solo la dependencia en Dios nos puede ayudar a vivir seguros y confiados.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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