“SOMOS HIJOS ADOPTADOS”

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos 8:15.

Hay un punto de inflexión en nuestra vida que lo cambia todo para siempre y es el momento en que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Señor. A partir de allí, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y somos declarados en el cielo hijos adoptados de Dios. Creo que a todos nos cuesta entender en plenitud el significado de ser un hijo de Dios.

La palabra griega para “adopción” es huiothesia, un término legal que significa “colocar como hijo, dar los mismos derechos legales que un hijo biológico”. Eso significa que cuando Dios nos adoptó, ¡recibimos los mismos privilegios que su Hijo Jesucristo! Wooowww…

Como el Padre ama a Jesús, nos ama a nosotros. ¡En serio! Él nos ama al máximo y no hay nada que podamos hacer para que nos ame más, ni nada que podamos dejar de hacer para que nos ame menos. ¡Su amor es inalterable!

Alguien dijo: “He visto muchos hijos biológicos abandonados por sus padres, pero nunca vi a un padre abandonar a un hijo adoptivo porque es un hijo buscado”. Así es el amor de Dios por nosotros. El Padre fue capaz de exponer a su Hijo Amado al sufrimiento de la cruz para que millones llegaran a ser sus hijos. Él nos buscó, nos llamó y nos adoptó.

A veces decaemos en la fe, manifestamos algunos signos de rebeldía, parece que la queja vence a la alabanza, y hasta tenemos algunas reacciones de infidelidad, sin embargo, ¡su amor es incondicional! “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.” (2 Ti. 2:13).

Pero cuidado, que su amor sea incondicional y no cambie no significa que podemos dejar el camino de la santidad sin consecuencias. El infierno está lleno de personas que han sido amados por el Señor pero lo rechazaron y prefirieron seguir sus propios caminos. Nuestro destino eterno está siempre en nuestras manos, por eso Dios nos dio libre albedrio.

El Creador ha decidido que todo lo que es suyo sea también de sus hijos y que lo disfruten eternamente. Nos esperan cielo nuevo y tierra nueva para gobernar y administrar juntamente con Jesucristo. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…” (Ro. 8:17a). ¡Qué promesa maravillosa!

Levántate con la visión de hijo adoptado. Disfruta el amor de Dios para ti. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3:1a).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp