“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto.” 1 Samuel 13:8-9.

Cuidado con la desesperación, porque en esos momentos somos capaces de hacer cosas de las que después nos arrepentimos toda la vida. Eso fue lo que le paso a Saúl, no esperó a Samuel para ofrecer sacrificios a Dios que solo él, como sacerdote, podía ofrecer y todo comenzó a ir cuesta abajo en su vida.

Las cosas se le empezaron a complicar a Saúl. Sus enemigos estaban cada vez más cerca y los hombres de su ejército comenzaron a huir. Entonces la desesperación se apoderó de él y decidió tomar el lugar del sacerdote, y cuando estaba terminando de ofrecer el sacrificio llegó Samuel… ¡Si tan solo hubiera esperado una hora más…! A partir de ese momento Saúl perdió su reino y murió en una batalla anunciada por una bruja, portavoz del mismo infierno.

Las prisas y las demandas permanentes pueden llevarnos a actuar sin tomar en cuenta a Dios. Si dejamos que la desesperación nos gobierne, será muy difícil escuchar al Señor y proceder de acuerdo con Su voluntad.

Haz un alto. Recuerda que es Dios quien tiene el control de todas las cosas. Si eres un líder y tienes bajo tu responsabilidad el cuidado de otras personas, asegúrate de seguir confiando en las promesas de Dios y esperar las directivas divinas antes de tomar cualquier decisión. Nuestro Rey sigue en su trono.

Que podamos decir como el salmista: “Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido…” Salmo 25:3.

Cortesí­a Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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