«AMOR INALTERABLE»

Efesios 6:24 dice: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.”

Parece que a los hombres hispanos no nos cabe la palabra amor. Antes de conocer a Cristo, cualquier hombre hispano ha vivido en el contexto de machismo donde en la mayoría de los casos no hemos aprendido a decir “te amo”. ¡Cuesta decírselo hasta a su esposa y a sus hijos!

Pero cuando Cristo tomó el control de nuestras vidas, todo empezó a cambiar. Ahora, un hombre de Dios sabe amar porque Él ha puesto su amor en su corazón. Y debemos comenzar a expresarlo a nuestra esposa, nuestros hijos, nuestros padres, y también a Dios. Un hombre de Dios ahora sabe decir “te amo” sin avergonzarse, porque sabe que el verdadero hombre ama imitando a Cristo.

Jesús dijo en Juan 13:34: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Jesús lo expresó verbalmente a sus discípulos, pero también en tus tiempos de oración privada con Cristo podrás escuchar que Él mismo te sigue diciendo “te amo”. Es que el amor de Dios no cambia, no se reprime ni siquiera cuando nosotros no le amamos, porque Dios es amor en esencia y sigue amando a pesar de nosotros. Ese mismo amor, Dios lo ha derramado en nosotros (Romanos 5:5). Entonces, si el amor de Dios es inalterable y Él ha puesto ese amor, entonces nosotros también tendremos amor inalterable.

Inalterable (en griego es “afthartós”) significa que no se corrompe, que no cambia por las circunstancias, que no puede destruirse. Dios nos ha dado de su gracia para que le amemos primero a Él de manera inalterable.

Dios nos enseñó que debemos amar a otros de manera incondicional. Si tenemos el verdadero amor de Dios entonces no estará sujeto a condiciones. No puedes decir “te amo pero…”, “te mano si…”, “te amo siempre y cuando tú…”, “te amo si tú me amas”. Dios nunca ha sido así con nosotros. El permanece fiel aunque nosotros fuéramos infieles (1 Timoteo 2:13). Si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amar de esa forma.

También debemos amar de manera proactiva. El hombre de Dios no espera que los demás lo amen para amar. No, él toma la iniciativa. Cuando ha sido ofendido, él mismo va a arreglar cuentas con el ofensor. En palabras de Jesús, “deja la ofrenda” y va a “arreglar cuentas con su hermano” (Mateo 5:24). Cuando hay conflictos, problemas interpersonales o mala comunicación, toma la enseñanza de Jesús y es bienaventurado por ser un pacificador.

Y además nuestro amor debe ser abnegado. Dar sin esperar nada a cambio. No puedo amar esperando que la otra persona me retribuya amor, no puedo hacer misericordia en forma de transacción para que el día de mañana la otra persona tenga misericordia conmigo. ¡Por supuesto que siempre se cumple la regla de oro!, pero mis intenciones no deben ser dar para recibir. Es dar sin esperar recompensa.

Un hombre de Dios debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. Un hombre de Dios debe amar a sus hijos como Dios ama a sus hijos. Un hombre de Dios debe amar a los enemigos, porque Dios nos amó cuando nosotros todavía éramos enemigos y nos dio salvación.

El consejo divino del apóstol amado en 1 Juan 4:7-8 es: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.”

Somos hombres de Dios que le conocemos y anhelamos conocerle más cada día. Y hoy tendremos la posibilidad de poner en práctica lo que Dios ya nos ha dicho. Observa las posibilidades que tienes de amar en tu casa, en tu trabajo, en tu escuela, en tu iglesia, en cualquier ámbito. Solo pídele al Espíritu Santo que produzca el primer fruto en tu carácter: Amor. Después veras que detrás de este vendrán los otros: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre, templanza…

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp