“Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí”. 1 Corintios 15:4-8.

Lee todo el Nuevo Testamento y no vas a encontrar ningún versículo que diga que Jesús se le apareció resucitado a alguien que no había creído en Él. En el pasaje que acabamos de leer, el apóstol Pablo lo confirma. Después que Jesús resucitó, se les apareció solo a los creyentes. Luego ascendió a los cielos y los que lo vieron por última vez fueron sus discípulos. Solo Pablo tuvo una experiencia posterior porque sería uno de los apóstoles enviado a los gentiles.

Ahora, si yo hubiera sido el resucitado, a los primeros que me hubiera manifestado sería a los religiosos que me condenaron: “A ver… ¿qué dicen ahora?”. “¡Ustedes que me mandaron a crucificar, ¿qué van a hacer?”. Me presentaría a los soldados romanos con un clavo y un martillo y les diría: “¿Les gustaría saber cuánto duele?”. Haría un tour visitando a Pilato, Herodes, a cada persona que me hubiera insultado, escupido, por lo menos para darles un buen susto… Bueno, el Señor no es como yo, tiene otro corazón y otros propósitos…

Jesús sabía que a sus propios discípulos les iba a costar creer en su resurrección. Por eso se les presenta en diferentes momentos. Se le aparece a María y las demás mujeres, a Pedro, a los que iban camino a Emaús, después a los once reunidos, a su hermano Jacobo. Incluso a uno de sus discípulos que dudaba fuertemente de las evidencias de su resurrección, Jesús se le manifiesta y le hace tocar sus cicatrices para afirmar su fe.

Si el Señor hubiera querido, desde su resurrección en adelante se habría aparecido todos los años en algún lugar determinado para que lo veamos y comprobemos que ha resucitado. Pero no funciona así para Dios. Las experiencias maravillosas con el Resucitado solo son para los que tienen fe en Él sin haberle visto. “… bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (Juan 20:29b).

Hoy podemos tener encuentros maravillosos con Jesús porque Él vive. No ponemos nuestra fe en una persona que se ha quedado en el sepulcro. ¡Cristo vive y nosotros somos la evidencia de su obra salvadora y transformadora! ¡Gloria a Jesucristo nuestro Salvador, Rey de reyes y Señor de señores!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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